Ergui-me sobre minhas pernas
Foi o único que fiz
Elas me levariam pra onde eu quisesse ir
Mas, então, fui carregado.
As ruas vazias,
As lojas fechadas,
ninguém ao meu lado
ou ao redor
Era um entardecer
bonito, de sábado
As pernas andavam,
sozinhas, com vontade própria
Ao longe, um cachorro latia.
domingo, 15 de junho de 2008
Bate no peito antiga dor
Bate no peito antiga dor,
penas ancestrais, num repente
escoa a tarde, nostalgia cega,
sofro no peito saudade sem cor.
Jazem as mãos mudas cordas,
olhos sem sal, reflexo oco,
silencioso mistério, pôr-do-sol!
O corpo, sagrado monastério,
esconde o soluço cordial,
não mostra a cabeça o tormento.
Foge-me à razão estranha causa,
bate no peito, antiga dor.
penas ancestrais, num repente
escoa a tarde, nostalgia cega,
sofro no peito saudade sem cor.
Jazem as mãos mudas cordas,
olhos sem sal, reflexo oco,
silencioso mistério, pôr-do-sol!
O corpo, sagrado monastério,
esconde o soluço cordial,
não mostra a cabeça o tormento.
Foge-me à razão estranha causa,
bate no peito, antiga dor.
eu vejo teu reflexo na janela
eu vejo o teu reflexo na janela:
os teus olhos fitam o vacuo
que se fez paisagem
pensativos e contemplantes,
os teus olhos escuros
indagarão os porquês?
lá fora há gotas a bater no vidro
a estrada passa e a chuva cai.
tua cabeça encostada no cristal
o que se passará nos teus olhos?
tanta coisa a descobrir,
e eu que só conheço teu reflexo!
os teus olhos fitam o vacuo
que se fez paisagem
pensativos e contemplantes,
os teus olhos escuros
indagarão os porquês?
lá fora há gotas a bater no vidro
a estrada passa e a chuva cai.
tua cabeça encostada no cristal
o que se passará nos teus olhos?
tanta coisa a descobrir,
e eu que só conheço teu reflexo!
terça-feira, 10 de junho de 2008
Miguel Hernandez - El Herido
Para el muro de un hospital de sangre.
I
Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.
La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.
Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!
Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía.
de ensangrentadas puertas.
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
I
Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.
La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.
Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!
Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía.
de ensangrentadas puertas.
II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.
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